Amig@s, el titular de hoy es muy escalofriante, un hombre de 38 años murió hace 7 años en su cama, y nadie se dió cuenta, aún siguen investigando el dia de su muerte pues ni los vecinos recuerdan el último dia que le vieron.
Valentín, siete años muerto en su cama sin que nadie le echara de menos.
Se cree que
Valentín L. P. falleció con unos 38 años
de edad un día del año 2011. No se puede afinar más la fecha de su
defunción porque sus vecinos del número 3 de la calle Pintor Maella de
Valencia
capital son incapaces de recordar exactamente cuándo lo vieron por
última vez y es difícil que la autopsia que se le está practicando al
cadáver pueda, siete años después, situar con más precisión el día de su
óbito.

Haciendo mucha memoria, en su edificio están convencidos
de que fue en 2011 cuando Valentín, que vivía sólo desde que su madre
falleciera hará ahora tres lustros, informó a los más cercanos de que se
trasladaba una temporada a
Santander. Iba a someterse
allí a un tratamiento de desintoxicación, convencido de que esta vez
rompería definitivamente con las drogas, a las que se enganchó tras la
pérdida de su progenitora. Lo dispuso todo para marcharse e incluso
regaló sus mascotas: los dos gatos y el perro que paseaba a diario por
el barrio, de nombre
Légolas.
"Dijeron que se había ido a
Proyecto Hombre.
Ya había estado una vez antes y le había ido muy bien, había vuelto muy
recuperado. Cuando dejamos de verlo, todos pensábamos que estaba allí",
explica una vecina que entonces residía dos pisos más arriba de
Valentín y que aún está desconcertada por la noticia. Se pregunta cómo
es posible que nadie eche de menos a un ser humano en siete años y no
oculta su impresión por saber que en el edificio han estado todo este
tiempo conviviendo con su cadáver.
El número 3 de la calle Pintor
Maella incluye un conglomerado de bloques de 12 plantas en los que
residen unas 500 familias. Son como un pequeño pueblo donde todos se
conocen. La versión más extendida en el vecindario sobre el detonante
que llevó a que el pasado martes se forzara la puerta de la vivienda de
Valentín es que la entidad bancaria donde tenía una cuenta dio la alerta
extrañada porque el hombre ingresaba todos los meses una pequeña
pensión pero llevaba años sin hacer ni un sólo movimiento.
Fuentes
policiales explican a EL MUNDO que la entrada en el domicilio se llevó a
cabo después de que el único hermano del fallecido, de nombre
José Agustín,
pusiera una denuncia en comisaría. En ella, manifestó que su hermano
estaba desaparecido y que, aunque esto ya había sucedido anteriormente,
en esta ocasión era especialmente preocupante por el elevado tiempo que
había transcurrido sin que diera señales de vida.
El padre de
Valentín había fallecido antes que su madre, en un accidente de tráfico,
cuando él era veinteañero, por lo que su hermano José Agustín era el
único familiar directo que tenía. A pesar de ello, la relación entre los
hermanos, explican en el número 3 de Pintor Maella, era inexistente. Se
cortó radicalmente hace años, probablemente a causa de las adicciones
de Valentín, al que algunos vecinos incluso tenían por hijo único.
José
Agustín se casó, abandonó el domicilio familiar y no se volvió a dejar
caer por allí hasta este martes 20 de febrero, cuando, según adelantó el
diario
Las Provincias, acompañado de varios agentes de Policía
y de un cerrajero, entró en el edificio. José Agustín esperó en el
rellano, fuera del piso, ya intuyendo que dentro no esperaban buenas
noticias.
Valentín nunca hizo las maletas ni llegó a ingresar en
el centro de la asociación Proyecto Hombre en Santander. Su cadáver
yacía sobre la cama, en avanzado estado de descomposición y sin signos
visibles de haber sufrido violencia. "Era un chaval muy majo", lo
recuerda otra de sus vecinas. "De más joven trabajó de albañil, pero
luego se metió en ese mundo... y ya ni trabajar ni nada".
La autopsia que llevan a cabo los forenses del
Instituto de Medicina Legal de Valencia
determinará las causas exactas de su silenciosa muerte pero no arrojará
una fecha ni una edad de defunción para grabar en su lápida.