
Hola amig@s, despues de unas "vacaciones" he vuelto a escribir, esta vez se trata de un loko ( por no llamarle algo peor ) ke despues de poner una bomba, le dio por acribillar a todo lo ke se movia en una isla perdida de la mano de dios. Mejor echarle un vistazo al titular.
'Dije entre bromas que deberían comprobar si el tipo era policía
El asesino confeso Anders Behring Breivik viajó con varios de los participantes en la concentración política de la isla de Utoya, en donde disparó indiscriminadamente y mató a 68 personas. Håkon Sandbakken, de 22 años y uno de los supervivientes de la masacre, narra cómo vio a Breivik antes de montar en el ferry y durante el viaje a la isla. Incluso bromeó con su aspecto.
Breivik aparcó su vehículo cerca del embarcadero. "Recuerdo que dije entre bromas que deberían comprobar sus credenciales y que ese hombre no era realmente un policía, por su coche civil", afirma Sandbakken en declaraciones a Nrk.no.
Breivik, disfrazado de policía, comentó que iba a realizar una inspección rutinaria a la isla de Utoya, y viajó en el mismo ferry que Sandbakken y un puñado de amigos.
Durante el viaje, Sandbakken asegura que el propio terrorista confesocomentó con los jóvenes sobre la bomba que él mismo supuestamente había colocado en el centro de Oslo, y que había explotado minutos antes.
Sandbakken se fijó que el falso policía iba muy cargado, con varias armas y una maleta con ruedas. Él se quedó en el muelle al llegar a la isla, hablando con unos compañeros, cuando escuchó los primeros disparos en la isla. Junto con algunos compañeros corrió a esconderse en el área de los servicios.
"Entré en una cabina y me encerré, pero luego cambié de opinión y abrí la puerta para que pudieran entrar otros", comenta el joven superviviente, que confiesa que estuvo oculto con otros tres compañeros durante una "hora terrorífica" en la misma posición, completamente quietos. "Los pensamientos volaban en mi cabeza hasta que encontré uno fijo: 'Si muero ahora, muero feliz'".
Después, cuando la policía llegó y detuvo a Breivik, el propio Sandbakken se prestó voluntario para ayudar a trasladar los heridos. "La sangre corría por todas partes", describe, y concluye: "La verdad amarga y dura es queyo, como todos los demás, no me atreví a hacer nada excepto permanecer en el suelo hasta que, pasadas tres horas y media, la policía nos encontró".
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