Hola amig@s, otro titular en el que salen politicos corruptos, en este caso Ignacio González.
La vida en prisión de Ignacio González: "Estoy muy entero".
Ignacio González ya no luce corbata apretada ni trajes entallados de corte italiano.
Es jueves por la mañana. El ex presidente de la Comunidad de Madrid
viste un chándal Ralph Lauren y pasea renqueante por el patio del módulo
uno de la cárcel madrileña de Soto del Real. Tiene problemas de espalda
y cadera que le llevaron a reducir el número de partidos de pádel, tal y
como le confesó al médico de la prisión.
El que fuera mano derecha de Esperanza Aguirre camina entre presos primarios y mayores de 60 años condenados por delitos menores.
El tufillo a porro es considerable. Le acompaña su hermano
Pablo,
hecho un pincel. González está tranquilo y sólo un preso se acerca a él
para llamarle "chorizo". Un día después otro le dirá: "los políticos
sois una vergüenza". Él ni se inmutó. Siempre llevó bien la presión
ambiental y se jactó de ello.
La mayoría de reclusos, de nacionalidad latinoamericana, desconoce quién es. El ex secretario general del PP madrileño se ha adaptado bien a la vida carcelaria y está fuerte anímicamente. "
Estoy muy entero", le dijo al psicólogo que evaluó su estado mental.

"Le
preguntaron por cómo se encontraba, por la situación de su familia y
por si tenía alguna idea de suicidarse, a lo que respondió que no.
También
dijo que le preocupaba más su familia que él, y que le molestaban todas las mentiras que se estaban publicando", cuenta a
Crónica
un veterano funcionario de la cárcel donde reina el ex líder de la
patronal, Gerardo Díaz Ferrán, y por donde han pasado ilustres presos
como
Luis Bárcenas, Mario Conde o Jordi Pujol Ferrusola.
Este último estuvo un par de horas en el centro penitenciario el pasado
martes antes de ser trasladado a Barcelona para presenciar el registro
de su domicilio. El viernes volvió a Soto del Real. El mayor del clan
catalán sí se mostró abatido en el módulo de ingresos. A 90 metros de
allí y a 500 metros de peligrosos yihadistas duerme González en la parte
de abajo de una litera ubicada en una celda de 10 metros cuadrados.
Nada que ver con la comodidad de la cama king size de su suite en el lujoso hotel de
Cartagena de Indias donde un detective comenzó a cavar su tumba
con una cámara oculta que le grabó con extrañas bolsas en tiempos donde
presuntamente se dedicaba a cobrar comisiones a las adjudicatarias de
las obras del Canal de Isabel II. Por ello,
el juez Eloy Velasco le atribuye los
delitos
de organización criminal, malversación de fondos públicos, fraude en la
contratación, prevaricación, falsedad documental y blanqueo de
capitales.
Graves acusaciones que parecen no haberle
hecho mella. "Como estaba bien anímicamente, se descartó aplicarle el
protocolo antisuicidio, pero
se le colocó con su hermano en la misma celda para que no se viniera abajo.
Normalmente siempre lo hacemos con los hermanos", comenta un trabajador
del penal. Los González tienen un plato de ducha, un lavabo, una mesa y
una televisión LED de 22 pulgadas de la marca blanca Sunstech. La
adquirió González en el economato el pasado lunes a un precio de 210
euros, setenta euros por encima de su valor en tienda.
Un día antes el hombre que fue habitual durante años del palco del Bernabéu
había preguntado a un funcionario dónde podía ver el Real Madrid-Barça.
"Nos hizo gracia, porque le tuvimos que explicar que en las cárceles no
hay Movistar Plus ni Bein Sports y que sólo tienen acceso a las cadenas
de TDT", explica un trabajador.
También preguntó si había internet o si el agua era potable, a lo que le respondieron con sorna:
"Es agua del Canal de Isabel II". González ya se ha leído el manual de 36 páginas titulado
La prisión, paso a paso.
En
el economato, podrá comprar desde un pack de 60 cápsulas de cartílago
de tiburón para cuidar de sus articulaciones (13,90 euros), 500 gramos
de creatina para moldear su figura (21,99), Ferrero Rocher (6,50 euros) o
10 puros Cohiba Club (11,99 euros), según la lista de precios a la que
ha accedido este suplemento.
Dispondrá de 100 euros a la semana
(sin contar el dinero destinado a la televisión), que le transferirán
sus familiares a través del Banco Santander y que irán a su saldo porque
en la cárcel no tocará dinero. Con ello, también podrá comprar tarjetas con minutos telefónicos que otros presos usan para conseguir porros.
En su primera semana entre rejas, González recibió la visita de su mujer,
Lourdes Cavero,
y de su abogado a quien pidió que le llevase la prensa para enterarse
de las novedades de su caso. El ex presidente madrileño ha sacado varios
libros de Historia
de la biblioteca (antiguamente gestionada por Mario Conde), ha escrito y
se ha interesado por las clases de spinning, aunque finalmente el
viernes optó por apuntarse a un
curso de petanca.
Según varios funcionarios, el ex presidente de la Comunidad de Madrid t
ambién ha preguntado por las misas que da el capellán Paulino cada sábado. González es católico y en vacaciones es habitual verle en una iglesia cercana al
lujoso ático de Estepona, ahora investigado,
en compañía de su mujer y de sus hijas, que aún no le han visto en
prisión. Las tres están destrozadas, especialmente la más pequeña, que
cumplió este miércoles 22 años y sus amigas le organizaron una fiesta
sorpresa en un japonés. La joven sopló las velas pero no pudo contener
las lágrimas. Tampoco la rabia en Facebook, donde posteó un artículo de
EL MUNDO de Cayetana Álvarez de Toledo donde decía que "el auto del juez
Velasco avanza entre elipsis y trompicones". "
Esto merece la pena, algo con cabeza", escribió Rocío.
Para González la cárcel está siendo como el día de la marmota.
Su rutina es la misma día a día. A las ocho de la mañana se despierta,
se asea y a las nueve baja al desayuno (café con leche, pan con
mantequilla y mermelada). Desde las 10 de la mañana hasta la una y media
disfruta del patio y habla con su abogado. Luego pasa al comedor
(siempre después del turno de los musulmanes) donde, entre otros platos,
ha comido arroz con pollo, macarrones con tomate y yogures a punto de
caducar, un menú con un coste real de dos euros. Por la tarde, tiene
derecho a más horas de patio y a las nueve y media de la noche, después
de cenar, tiene que regresar a su celda para dormir. Ese será su sino
durante al menos varios meses.